dijous, 7 de gener del 2010

Reflexió després del desastre de l’huracá Katrina

18-12-2005
Durante la guerra fría había la creencia de que las dos superpotencias EE.UU y la URSS, un buen día entrarían en conflicto y se desataría una guerra mundial, pues ambas poseían ingentes depósitos de armas nucleares. Pero vino la caída del muro y con ella el desmoronamiento del imperio de la URSS, vimos que se trataba de un gigante con pies de barro: armamento obsoleto, barcos que hacían agua, miseria, corrupción e incompetencia a raudales.
Los EE.UU. de América a la vista del mundo occidental, era y es la gran potencia, en armamento, en tecnología, en grandes empresas multinacionales, el país donde los sueños se hacen realidad. Un país montado en el dólar. Ha tenido que ser un desastre natural, -por lo demás predecible- que ha puesto al descubierto lo que mucha gente ya sabia: un país donde existen las mayores desigualdades sociales, donde el estado del bienestar, -estandarte de Europa (la vieja por supuesto)- no existe, donde más analfabetismo existe en proporción a su nivel de renta, y donde la xenofobia y la discriminación racial, alcanza cotas insospechadas.
En Europa hay un pequeño país que una vez su preclaro dirigente decidió que ya era hora, de que éste, ocupara el lugar que le correspondía en el mundo y en la historia y se alió con las grandes superpotencias, para llevar la democracia, la paz y el bienestar occidental a un país de oriente medio, sin darse cuenta que su propio país estaba en la cola de Europa en todas las encuestas que se publicaban: en educación, en sanidad, en prestaciones sociales, en exportaciones, en productividad, en tecnología, y en un largo etcétera.
Conclusión. Vivimos una época de permanente confusión, donde se nos hace comulgar con ruedas de molino, dónde la política está al servicio de lobbys y donde los ciudadanos son meros marionetas. Se impone un golpe de timón. Pero quien?

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